PANORÁMICA DE FLORENCIA
Los romanos la llamaron Florentina, que significa “floreciente”, a esta ciudad ubicada a los márgenes del río Arno. Y no pudo ser de mayor augurio el nombre porque Florencia, literalmente, se volvió rica y poderosa, sede de una metrópoli república extremadamente ostentosa y astuta. Cuando los Medici, que hicieron su fortuna como banqueros de los Papas, accedieron al poder en el siglo XV, gobernarían Florencia durante tres siglos y crearían allí una urbe de gran cultura, con extremada riqueza y pasión. La Florencia renacentista simboliza uno de los momentos más brillantes del talento humano, en el que la opulencia permitió que el arte se convirtiera en una forma de vida. El potencial económico de esta ciudad como gran centro industrial y financiero propició esta atmósfera social.
La ciudad toscana se puso a la cabeza de las sedes europeas de la industria textil, y fue adquiriendo un papel preponderante como centro financiero. A raíz de las operaciones de cambio monetario alentadas por el comercio, los bancos florentinos se multiplicaron por todo el núcleo urbano y adquirieron gran relevancia. Algunos banqueros se convirtieron en prestamistas de príncipes y en agentes financieros de la Iglesia.
En esta atmósfera
cosmopolita, ingeniosa y vital de Florencia, el Renacimiento se había abierto
paso antes incluso de que los Médici empezaran a desempeñar un papel
determinante en los asuntos florentinos. No obstante, fueron ellos quienes
alentaron con su mecenazgo el magnífico florecimiento artístico de la ciudad.
De una manera decisiva contribuyeron a hacer de Florencia lo que fue.
En cuanto a la arquitectura, el Palazzo Medici con su capilla y sus magníficos frescos pintados por Benozzo Gozzoli fue creado para ellos, y decoraron las iglesias con valioso arte importado, erigieron el Uffizi, extendieron el Palazzo Pitti y crearon los jardines Boboli.
Sin duda una
herencia arquitectónica singular es el Corredor Vasariano, la conexión de casi
un kilómetro entre el Palazzo Vecchio y el Palazzo Pitti que atraviesa el Arno
sobre la cima del Ponte Vecchio. Es una larga galería de arte con vistas
panorámicas en el corazón de la ciudad. Alberga la colección Médici de
autorretratos de artistas, entre miles de obras decorativas. La última de la
dinastía, Anna María Ludovica donó a la ciudad todo el patrimonio artístico de
la familia en 1743 "para “que las colecciones literarias y de arte queden
en Florencia para siempre”. Se pueden admirar en la Galería Uffizi.
Florencia es un
tesoro de arte que reboza riquezas en cada esquina, calles y plazas. Describo
las más resaltantes, que tuve la ocasión de contemplar, apreciar y disfrutar
cuando la conocí.
Recuerdo la gran impresión que me causó la Piazza della Signoria. Porque si bien en mis vueltas por el mundo he visto esculturas, edificaciones, jardines y obras al descubierto, esta especie de museo al aire libre, tiene su propio y estupendo estilo florentino. Se trata del centro cívico de Florencia durante más de 700 años. Con populares galerías de esculturas a cielo abierto, atrae a los turistas hasta sus cafés y sus calles animadas las 24 horas. De cuando en vez se retorna a la calma y la plaza y sus adyacencias recobran su imagen medieval. Algunas de las esculturas son originales, como la figura ecuestre en bronce del gran duque Cosme I, mientras otros, en particular el David de Miguel Ángel, Marzocco y Judith decapitando a Holofernes de Donatello, son réplicas cuyos originales se encuentran en distintos museos de Florencia, protegidos de la intemperie. Se levanta aquí la Fuente de Neptuno, uno de los monumentos más importantes de la ciudad, con detalles únicos. Fue creada en 1565 para el matrimonio de Francisco I y la archiduquesa Juana de Austria. La creación de esta fuente se encargó a Baccio Bandinelli, quien diseñó el modelo, pero al poco tiempo se detuvo el proyecto pues Bandinelli fallece y no pudo esculpir el monumento. Por ello continuó con la obra Bartolomeo Ammannati y alguno de sus alumnos, entre el más conocido está Giambologna. Todos ellos se encargaron de crear la fuente durante 10 años. Es digno de destacar que en un principio la fuente no fue de mayor aprecio ya que los florentinos que estuvieron en la inauguración de la fuente se concentraron más en la blancura de la estatua que en su belleza y entallado, por cierto en mármol de Carrara.
MIGUEL ÁNGEL
Asomándose a uno de los lados de esta Plaza, se encuentra la estructura gótica, de Arnolfo di Cambio, del Palazzo Vecchio (el Palacio Viejo). Fue construido entre 1299 y 1302, para acoger la Signoria (ministerio del gobierno de la ciudad) y que en la actualidad es el Ayuntamiento de Florencia. Destaco tres atracciones de este Palacio que me causaron un gran asombro. La primera es la estatua de El Genio de la Victoria de Miguel Ángel. En ella el artista representa una tipología escultórica particular denominada “figuras de lucha”, imitada posteriormente por otros escultores. Es la combinación de dos figuras que se enfrentan: una vencedora y otra vencida. Miguel Ángel lleva a lo máximo la figura en torsión extrema, piramidal y serpentinata, una forma asociada al movimiento de la serpiente, a la letra S y, sobre todo, a la llama del fuego, la que se consideraba más próxima a lo espiritual.
La segunda atracción que resalto es el Salón de los Quinientos, ubicado en la primera planta del palacio. Alude al salón de asambleas del congreso de 500 hombres de la República Florentina. La tercera, es la simbólica Torre di Arnolfo, con su reloj y mirador. El mecanismo del actual reloj, que data de 1667, sigue funcionando. Dentro de la torre, existe una celda en donde fueron encarcelados algunos prisioneros, entre ellos Cosme el Viejo y Girolamo Savonarola, este último ejecutado en la plaza de la Señoria en el año 1433. En cuanto a la subida a lo alto de la Torre, es algo que ningún visitante puede dejar de hacer. Recuerdo haber subido poco a poco los 233 escalones de sus 90 metros de altura. Al llegar se encuentra uno con los dos enormes campanarios y la famosa gran veleta. Pero si hay algo digno de disfrutar, en el tiempo no tan largo que se dispone por la gran cantidad de turistas que suben, es de la vista inigualable de Florencia.
SANTA MARIA DEL FIORI
CÚPULA INTERNA
IL DOMO
El conjunto catedralicio de la ciudad lo conforman tres edificaciones. El primero es Il Duomo, o sea, la Catedral de Santa María del Fiori. Fue diseñada en 1296 y fue realmente el trabajo de varios arquitectos que superaron enormes desafíos, para lograr esta belleza renacentista. Fue consagrada en 1436 y muestra con orgullo la enorme cúpula octogonal de Filippo Bruneleschi (la más grande del mundo cuando fue construida y la cuarta de Occidente actualmente). Todo el edifico mide 153 metros de largo y 116 metros hasta la cima de la cúpula. El Domo se reconoce desde lejos, en cualquier mirador de la ciudad, elevándose sobre el mar de techos rojos. El segundo elemento es el Baptisterio de San Giovanni, con sus famosas Puertas del Paraíso, decoradas con figuras con diez paneles hechos de bronce, adornados con relieves en los que se representa imágenes del Antiguo Testamento. En la actualidad, dichos paneles son copias de los que creó Ghiberti, puesto que los originales se conservan en el Museo de la Catedral desde hace casi treinta años atrás. El tercero es la delgada torre del campanario del Giotto, con vistas a la Florencia del Renacimiento desde lo alto de sus 414 escalones.
BAPTISTERIO
SAN GIOVANNI
PUERTAS DEL PARAÍSO
BAPTISTERIO
Mención aparte hago de la Galería Uffizi. Hay que tener un buen tiempo para recrearse en este palacio, diseñado en 1560 por el Arquitecto Giorgio Vasari para el gran duque Cosme de Médicis. Realmente disfruté de apreciar algunas de las obras maestras más reconocidas y a menudo reproducidas de la civilización occidental. Es la mayor propiedad de pinturas del Renacimiento y reconocida como una de las más importantes galerías de pintura del mundo. Reunida por los propios Médicis a lo largo de los años, contiene la magnífica colección de incomparable herencia artística italiana que abarca seis siglos. Los turistas se aglomeran frente a las piezas de Boticelli, entre ellas, el nacimiento de Venus. Maravillas renacentistas tempranas se ven en las obras de Cimabue y Giotto. Miguel Ángel, hijo predilecto de Florencia, está aún vivo aquí con su única pintura de lienzo, el Tondo Doni. No faltan los trabajos de Leonardo da Vinci (con su inacabada Adoración de los Magos, entre otras), Pietro della Francesca, Lipi, Rafael, y una lista interminable de famosos artistas. Es tal el espectáculo, que ya se sabe que más de dos millones de personas visitaron en el 2019 esta Galería.
Luego el viandante se puede dirigir al Palacio Pitti. Es una construcción renacentista de 1458, levantada por el rico mercader y banquero Luca Pitti, localizada al lado del río Arno, cerca del Puente Vecchio. Comprado por los Médicis en 1550, fue ampliado sustancialmente, convirtiéndose en la residencia oficial de los duques gobernantes. En su interior se encuentra la Galleria Palatina, cuyas 26 salas son una exhibición del final del Renacimiento y de un período artístico posterior. He quedado ensimismado de ver tantas obras de artistas admirados como Tiziano, Rafael, Rubens, Murillo y Caravaggio, que lo hacen el museo más importante de Florencia después del de los Uffizi. La apariencia de todo el conjunto es la de una colección privada, disponiéndose la misma en forma de un palacio y no a la manera típica de un museo.
Terminamos este recorrido en uno de los atractivos turísticos y románticos emblema de esta ciudad. Quien va a Florencia y no camina por el Ponte Vecchio es como si hubiera estado sólo en la mitad de esta urbe. Es el puente de piedra más antiguo del continente europeo que queda en pie. Atraviesa el principal río de Florencia, el Arno, en su parte más estrecha. Tres arcos lo sostienen, el alzado de dichos arcos van de 3,5 a 4,4 m. La luz del arco principal es de 30 m y la del otro par de 27 m. Parece que en sus inicios, en el año 150 a. C., el puente fue construido con madera por los romanos. Ya para el año 123 se consolidó y se hizo más grande. Pero en los siglos VI-VII fue destruido por el descuido, los embates de la guerra y las continuas crecidas del río. Después de esta primera destrucción, el puente fue levantado y demolido muchas veces. Finalmente fue construido con pura piedra en el año 1345, con el diseño del arquitecto Taddeo Gaddi.
El Puente Vecchio siempre ha sido centro de actividad comercial en Florencia. Sobre todo de venta de joyas y artesanías. Sin embargo, en un tiempo el lugar fue monopolizado por los carniceros y matarifes. Pero en 1593 se les prohibió estar allí por el mal olor que producían sus actividades. A raíz de eso los joyeros y vendedores de oro tomaron su lugar. Desde entonces estos puestos de ventas y las casas colgantes han diferenciado al puente. En estas tiendas ahora se consiguen desde objetos de calidad de museo hasta objetos italianos y piezas más asequibles. Allí hemos comprado una réplica de gran tamaño y pesada del David de Miguel Ángel, que exhibo en la sala de mi casa.
El Puente se ha caracterizado por los candados que miles de parejas a lo largo de los años han colocado allí. La idea es que su amor inquebrantable quede representado por el candado que lleva sus iniciales y queda cerrado sin posibilidad de abrirlo, porque la llave es botada al fondo del Río Arno. No obstante, la cantidad y el peso de los candados hacen que las autoridades cada cierto tiempo quiten los candados del puente. Pese a este trágico destino, la tradición sigue.
Finalmente, estando en Florencia, hay que probar algunas exquisiteces de su gastronomía. Puede escogerse un Bistecca alla Fiorentina (bife de costilla grueso asado al carbón), un Pollo alla diavollo (pollo picante frito en aceite de oliva), una Porqueta (cerdo asado relleno de especias), una Zuppa di faglioli (sopa de arvejas blancas frescas) o unos Pappardelle sulla lepre (tallarines con liebre), típica pasta de La Toscana. Florencia también es famoso por sus vinos del lugar, por lo que en la EnotecaBar Fuori Porta, la tasca más popular de la ciudad, en los exteriores de las murallas del siglo XIV, se degusta el mejor tinto. Y de los cafés ni hablar. En las mesas al aire libre de la Plaza de la Signoria, o en Caffé Serafini, al final de la vía Gioberti, adyacente a la Piazza Beccaria, se saborea un auténtico Fornacino.
Aspiro, cuando sea
posible, regresar a esta cuna del arte y la arquitectura renacentista en el
mundo.