Plaza Ban Jelačić
Isaac Villamizar
Corría el ocaso del 23 de Agosto de 1974 cuando,
procedente de Budapest, arribé a Zagreb, capital de Croacia, en aquel momento
integrante de la República Federativa Socialista de Yugoslavia. Eran las 6:40
pm al momento en que me encontraba en la entonces Plaza República, hoy
renombrada como Plaza Ban Jelačić, ubicada en el casco antiguo de Zagreb. En
aquella época Croacia tenía la marcada influencia de Josip Broz Tito. Quizás se
debía al hecho que este mariscal militar había nacido nada menos en Kumrovec, a
61 Km de Zagreb.
Esta ciudad es
milenaria, pero con espíritu joven. Las alianzas, invasiones y catástrofes han
marcado su evolución, su arquitectura y su geopolítica. Pero aún conserva
murallas renacentistas, construcciones neogóticas y hermosos parques. Zagreb es
hoy el centro económico y científico de Croacia, y a la vez es una encrucijada
estratégica de Europa Central, el mediterráneo y los Balcanes.
Por ser tan tarde,
no pude sino disfrutar un rato de la Plaza Ban Jelačić. Es el espacio central
entre la ciudad alta y la ciudad baja. Cuando la conocí, antes de la
independencia de Croacia, se llamaba Plaza República, pero después de la
separación de Yugoslavia retomó su nombre, en homenaje a este destacado general
del imperio austríaco, quien intervino en la abolición de la servidumbre en
Croacia, por lo cual se le considera héroe nacional. Existe en la plaza una
estatua ecuestre de este personaje. Es un sitio de reunión del turismo y
excursiones, y una zona peatonal. Representa esta plaza el centro comercial y
financiero de la ciudad. De noche es muy iluminada y transitan por ella los
tranvías.
Después de esta
corta visita, me alojé en el lujoso Hotel Intercontinental Esplanade Zagreb, en
la habitación 43, según tengo anotado en mi diario de viajero. Ubicado en el
corazón de la ciudad, en Antuna Mihanovica 1, este hotel está rodeado de
suntuosas edificaciones, parques muy coloridos con fuentes y tiendas
subterráneas. Muy cerca está la estación central de trenes y un jardín
botánico. Este hotel posee una delicada combinación de patrimonio Art Deco con
toques contemporáneos. Partiría yo muy temprano al día siguiente hacia Trieste
y Venecia. Me quedó una deuda con Zagreb, para conocer con detalle su catedral,
de donde yerguen dos torres esbeltas, dedicado su interior a la Asunción, a San
Esteban y San Ladislao. Hubiera querido conocer la iglesia de San Marcos, en el
viejo Zagreb, en cuyo techo están pintados los escudos de Croacia, Dalmacia
Eslavonia y Zagreb. Me hubiera encantado entrar a su Palacio Arzobispal y
recorrer su famoso mercado verde Dolac, así como visitar su Teatro Nacional.
Este es el recuerdo
de mi breve paso por Croacia y Zagreb. Tal vez algún día vuelva a sentir la
hospitalidad de los agramitas, sus pobladores. Iré a aprender un nuevo nudo de
corbata, pues este término proviene etimológicamente de “croata”, pues allí se
encuentra Potomac, la fábrica más antigua de esta prenda masculina. Una
evocación de lo juvenil y lo elegante.