viernes, 17 de septiembre de 2010

YVOIRE



CALLE CENTRAL DE YVOIRE


Era una tarde muy soleada del lunes 13 de Agosto de 2001. Ya había realizado un amplio paseo por la ciudad de Ginebra. Al preguntar al recepcionista del Hotel Mon Repos, donde estaba alojado, por algún lugar de interés turístico, me recomendó bordear por el Lago Léman, al extremo opuesto del hotel. Me informó que sería un recorrido interesante para mí. Entonces me di a la tarea de partir, con mi vehículo alquilado, desde la Quai Gustave Ador, bordeando el Lago de Ginebra por el Boulevard Promenade Du Lac y tomar el rumbo hacia las afueras de la ciudad. En todo momento yo llevaba la idea que nos encontrábamos en Suiza, advirtiendo que aún no había entrado en circulación el Euro, aunque ya se había decretado como moneda oficial de la Unión Europea.



















REDOMA DE ENTRADA



OFICINA DE TURISMO

















AVISO DE TRÁNSITO PEDESTRE

Tomé el trazado por la Quai de Cologny y empaté con la Route de Thonon, que viene a ser la D1005, a las riberas del lago. En un momento determinado observé que me podía desviar por la Route de Hermancé, para continuar cerca de las aguas lacustres. Todas las casas que uno encuentra en el camino, de dos y tres pisos, están rodeadas de árboles frondosos, entre ellos pinos, con ventanales, puertas de madera y jardineras así como balcones con profusas matas y flores multicolores. Pasamos por la localidad de Hermancé y, sin saberlo, porque no hay alcabala alguna ni señal de frontera, pasamos de Suiza a Francia. Justo en el cruce de las vías Rue du Léman y Chemin de la Vorze, detuve el vehículo para extasiarme con la vista del Lago de Ginebra y su margen opuesto. Las aguas son intensamente azules y los veleros cruzan a placer. Me sentía en una completa contemplación de la naturaleza, algo que toda mi vida había querido hacer aquí, en estas tierras suizas y francesas. El camino continúa hacia Messery y de pronto en un trayecto de la carretera D25, aparece una gran redoma. Allí se lee “Yvoire Village Médiéval”. Me encontraba a 20 Kms de la metrópoli ginebrina. Hay un inmenso estacionamiento pues se trata de un pueblo al cual sólo se puede acceder a pie.
















PLACE DE LA MARIE




PORTICO DE ENTRADA


















GRANDE RUE

La curiosidad se apoderó de nosotros y nos propusimos hacer la caminata. Sería de lo más acertado que haría en este viaje.
Yvoire es una auténtica comunidad fortificada de la Edad Media, cuyo pórtico de entrada se llama Porte du Rovorée, en la Place de la Marie. De aquí parte una calle principal, empedrada, la Grande Rue, y con ella pequeñas edificaciones, también de piedra, con viejas puertas de madera y balcones profusamente adornados de hortensias, campanitas, pompones blancos y amarillos, margaritas, todos ellos en macetas y en cestas colgantes en las residencias. Las paredes de las casas de piedra están exquisitamente cubiertas de enredaderas. Es de la jardinería más colorida y matizada que haya notado en el Viejo Continente.





















CALLE FLORIDA




CASAS DE PIEDRA





















ISAAC CAMINANDO POR YVOIRE



No existe una sola construcción moderna. Todo parece vivirse 600 años atrás. Yvoire es de aquellas villetas ancestrales que uno sólo imagina en las películas. Restaurantes, cafés, hoteles, posadas, locales de comercio, tiendas de souvenir y oficinas de turismo, hacen comunidad respetando al extremo el urbanismo medieval. Yvoire data del año 1306, tiene 750 habitantes y celebró sus 700 años en el 2006.


















BALCONES ADORNADOS




VENTANALES


















EDIFICACIONES DE PIEDRA



En la tienda llamada “L’ Echoppe d’ Yvoire”, he comprado unas litografías de este espectacular pueblo, cuya imagen e incomparable belleza quedó grabado para siempre en mi memoria. Cuando fui a pagar por estos cuadros, al creer que aún me encontraba en Suiza, los he cancelado con francos suizos y no con francos franceses, lo que implicó que pagué por ellos tres o cuatro veces su valor.



















LITOGRAFIA DE YVOIRE







L' ECHOPPE




















VISTA AL LAGO DE GINEBRA


Turistas de los cinco continentes la caminan con gran admiración. En un pequeño promontorio, al que se llega por la Rue du Lac, se alza su Castillo, del siglo XIV, desde donde se divisa, con todo su esplendor, el Lago de Ginebra. Dos muelles, Port du Plaisance y Port du Pecheurs, constituyen el atracadero de veleros suizos y franceses. Su pequeña iglesia levanta una torre con aguja, que es símbolo de la villa. En su interior hay múltiples imágenes de la Virgen María, en diversas advocaciones, entre ellas La Inmaculada.















CASTILLO






CASA CON ENREDADERAS






















LAGO Y MONTAÑAS DE SUIZA




Yvoire, hasta la fecha, ha ganado más de 74 premios de concursos de las ciudades más floridas, siendo uno de los más famosos, el Gran Prix Europeo Medalla d’ Argent 2002. Las flores aparecen hasta en los resquicios más insospechados, independientemente de la época del año, pues hasta en invierno hay flores e incluso coles de colores que hacen el mismo efecto. Yvoire es el “jardín de los cinco sentidos”.

















ISAAC Y SU PADRE





GWEN ESPOSA DE ISAAC

















EN LOS BALCONES DE YVOIRE



Antes de irme de esta villa de ensueño, me he quedado un buen rato sentado en el muelle, deslumbrado, dibujando con mi vista las elevaciones de las montañas suizas, al extremo opuesto del lago, en las cercanías de Laussane.



















EN EL MUELLE






PUERTO DE YVOIRE

























MACETA




Finalizado este tour pedestre por Yvoire, proseguí el camino, conduciendo por las mismas rutas D25 y D1005 hacia Thonon-les Bains. Es una ciudad más moderna, también a un costado del lago. Sus avenidas están decoradas con postes que están recubiertos como cilindros por flores multicolores. Sus redomas y parques lucen unos pinos característicos de estos climas. La jardinería paisajista y decorativa sigue siendo el sello particular de estas localidades. Me he detenido de nuevo para contemplar el impactante azul del lago. Hay una fuente de chorro, como la de Ginebra, pero de menor altura, al lado de un boulevard, con bancas cuidadosamente ubicadas como miradores.


















THONON LES BAINES







FUENTE DE THONON





















VISTA AL LAGO DESDE THONON



Me decidí estacionar otra vez el vehículo y caminar por la plaza central. He admirado una tienda de repostería, donde el más fino gusto por las tortas decoradas desafía cualquier imaginación. Aquí he pedido una inmensa barquilla, de lo más exquisita. Sin saber aún que me encontraba en Francia, he preguntado si le pueden colocar otro copo adicional, a pesar de ya haberla cancelado. El vendedor, muy generoso, me hizo ver que con lo pagado podía colocarle lo que yo quisiera. Yo aún no entendía el por qué. Fue al entrar a una tienda de souvenirs, cuando la cajera, al momento de cancelar unas compras, me hizo ver que no me recibía francos suizos, con los que yo insistía en pagar, sino francos franceses. Fui allí cuando, por fin, me di cuenta que me había comido el helado más costoso en Europa y que llevaba unas litografías de Yvoire por las que había pagado una fortuna. Anécdotas que le pasan a un latinoamericano y, en particular, a un venezolano, que espera ver en las fronteras alcabalas, guardias y controles de acceso. Yo había pasado de Suiza a Francia de manera completamente imperceptible. Al final de la tarde he tomado el camino de regreso a Ginebra, por la D1005. Atrás, en esta costa del Lago de Ginebra, he dejado un sueño de mi vida que se hizo realidad. Tal vez mi destino viajero, algún día venidero, me vuelva vislumbrar la navegación por instantes de campiña y acuarelas floridas, como las que conocí en esta postal europea.




JARDINES DE THONON

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