La vida es un libro del que, quien no ha visto más que su patria, no ha leído más que una página. Eso me recuerda que los viajes hay que escribirlos. Hay que registrarlos. Porque como todos los grandes viajeros, se ven más cosas de las que se recuerdan y se recuerdan más cosas de las que se han visto. Muchas maneras existen para guardar en la memoria los lugares recorridos. Hoy la digitalización hace maravillas con esto. Particularmente, aparte de la filmación y reproducción fotográfica, aprendí de mi padre a llevar un diario escrito de viajero. Registrar por escrito las vivencias de viajero, estimula el cerebro e impulsa la actitud sensorial para no perder detalle alguno. También permite incorporar a las notas tomadas nuestras propias percepciones y comentarios de lo que conocemos. En este diario, para cada jornada trazada, anoto lo más mínimo. Asiento el hotel donde me alojé, cuanto me costó la habitación, cuál comida típica degusté, cuáles museos visité, qué encontré en cada catedral, iglesia o templo conocido, en cuáles pueblitos o villas me detuve en mi tránsito terrestre, cuáles son las estaciones por las que pasa el tren, qué monumentos, castillos, montañas o valles se observan al margen derecho e izquierdo del río navegado, y así por el estilo.
DIARIO DE VIAJERO DE ISAAC - CONTENIDO
Un viaje se inscribe simultáneamente en el espacio, en el tiempo y en el intelecto. Los viajes han sido en la juventud parte de nuestra educación, y en la adultez parte de nuestra experiencia. Viajar es pasear nuestros sueños. Significa que todas las rutas están abiertas; que todos los caminos conducen a todas partes; que con los equipajes nacen muchas inquietudes, así como demasiadas satisfacciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario